Desde fines de la Segunda Guerra Mundial y durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX el Soave, vino italiano que toma su nombre de un pueblo en las cercanías de Verona, fue uno de los blancos más vendidos en el mundo gracias a su fuerte presencia en el mercado norteamericano. En aquellos años este vino presentaba un perfil untuoso y complejo por lo que se le solía considerar alternativa al Chardonnay.

Durante los ’80 los consumidores estadounidenses gradualmente se volcaron al Chardonnay californiano y las importaciones pasaron a concentrarse en blancos frescos y ligeros transformando al Pinot Grigio en la nueva estrella de los vinos italianos y en unos de los mostos más vendidos a nivel global, condición que se mantiene hasta la actualidad.
En este contexto los productores de Soave hicieron importante modificaciones en sus métodos de vinificación a fin de obtener un perfil mucho más fresco, frutal y ligeros, naciendo así el estilo que hoy conocemos en esta denominación, que en rigor es un conjunto de denominaciones.
Los cambios de estilo se deben a que a pesar de que en la zona la vitinicultura se remonta a la época romana, su regulación es bastante reciente. La región Soave DOC fue creada recién en 1968, estableciendo que estos vinos deben ser hechos con las variedades locales Garganega, al menos en un 70%, y Trebiano di Soave, con un rendimiento máximo de 14 toneladas por héctareas y una graduación alcohólica mínima de 10,5 GA.
A instancias de los productores en 2001 se crea Soave Superiore DOCG, abarcando el mismo espacio geográfico, manteniendo el porcentaje de la Garganega pero permitiendo también el uso de Chardonnay, además de reducir el rendimiento a 10 tn/ha y elevar la graduación a 11,5 grados.
Sin embargo para la mayoría de los entendidos el verdadero representante de la región es el Soave Classico, vino que según decreto de 1927 sólo puede producirse en base a uvas cultivadas en las laderas de las colinas que rodean los pueblos de Soave y Monteforte d’Alpone, cuyos viñedos son una suerte de Grand Crú en el corazón de la región.
Lo interesante es que si bien podemos encontrar una numerosa cantidad de etiquetas de Soave Classico más del 80% de la uva con las que se producen estos vinos pertenecen a una de las siete cooperativas agrícolas de la zona, quienes venden sus cosechas a privados que luego vinifican y embotellan con el nombre de sus botellas, por lo que la clave en la calidad de estos vinos no depende de las decisiones de directorio de alguna sociedad anónima transnacional sino se mantiene en poder de los campesinos a cargo de los viñedos.
Las uvas, 85% Garganega y 15% Trebiano di Soave, que dan vida a Vigneti di Monteforte Soave Classico, vinificado y etiquetado por Cantina Santi, provienen de los suelos volcánicos presentes en las laderas de orientación sur oeste en Monteforte d’Alpone con un rendimiento de 10 tn/ha para en su vinificación ser fermentadas en acero inoxidable con control de temperatura a fin de no desarrollara maloláctica y con crianza en frío sobre sus lías hasta la siguiente primavera.
Vino dorado de ribete claro que en nariz nos entrega manzana, pera madura, pomelo, durazno blanco y suave dejo de hierbas. En tanto su boca es fresca, seca y ligera, de acidez alta, sabores conforme a nariz a la que se agrega una suave nota de almendra en su amargor exacto.
Este Soave nos presenta un buen equilibrio, siendo ligero pero no por ello carente de cuerpo; persistencia e intensidad media y una complejidad que resulta una buena muestra de la identidad del Classico.
Un vino perfecto para maridar clásicos antipasti como brusquetas caprese, tablas de quesos y charcutería, pescados ahumados o en salazón y en especial la Insalata di Mare.

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