El Syrah es una de las variedades que expresa en forma más notoria el clima en el que es cultivada, de esta forma en tierras cálidas producirá vinos corpulentos y frutales, como los famosos Shiraz de Barossa en Australia, mientras en terroir más fríos hará gala de una acidez punzante y un amplio abanico de aromas, como ocurre en el norte del Ródano en Francia.

Una mayor acidez es sinónimo de vinos mas persistentes. Al continuar salivando reactivamos las notas frutales adheridas al paladar lo que da la sensación de un paso mucho más largo en boca e incluso teniendo la misma concentración frutal al extenderse su percepción por más tiempo nos parece que esta fuera más ligera al igual que una goma de mascar que se adelgaza conforme la estiramos.
Sin embargo la acidez no incide tan sólo en fluidez y persistencia en particular en los vinos tintos. Estos mostos durante su fermentación y crianza producen temperatura que al alcanzar los 20°C activa una serie de bacterias presentes en forma natural en la uva que convierten los ácidos málicos en lácticos. Por consiguiente a mayor proporción de acidez mayor contenido de ácido málico y mayor presencia final de ácido láctico.
El ácido láctico también está presente en la leche, de allí su nombre, por lo mismo combinado con aromas a frutas negras tomará en nariz la forma de yogur de moras, o junto a fruta roja la de crema de fresa o frambuesa, o en presencia de vainilla, cacao y caramelo aportado por la barrica nos recordará el dulce de leche.
Pero particularmente en el caso del Syrah podemos alcanzar capas aún más profundas ya que los ácidos lácticos también están presentes en las carnes rojas entregando su aroma característico cuando la desempacamos y en aquellas que han sido maduradas donde contribuyen a evitar su degradación.
Por esta razón en un Syrah de clima frío podemos encontrar aromas que nos recuerdan carne fresca y tocino, que conforme pasa el tiempo evolucionas a cuero, sudor animal y jamón serrano.
Grand Vin Le Syrah de Villard Fine Wines es uno de estos vinos que rescata lo más profundo de la expresión de la cepa en climas fríos como es el sector Tapihue en el valle de Casablanca donde tras su vinificación es criado por 24 meses en barricas de roble francés de primer a cuarto uso.
De profundo tono granate y traza violeta, su nariz expresa mora en compota, guinda, caramelo, lavanda, violeta, oliva negra, carne cruda, cuero, pimienta, jamón serrano y cassis, mientras su boca es intensa y frutal, de cuerpo medio, acidez punzante, tanino achocolatado y persistente final con presencia de fruta negra y algo de regaliz.
Vino de logrado equilibrio tanto entre fruta y acidez como entre fluidez y corpulencia; de marcada persistencia que se extiende no sólo en su fruta sino también en su oliva y derivados lácticos; intenso en cada uno de sus descriptores claramente reconocibles y de amplia complejidad que sólo debería mejorar con la guarda en cava.
Nota: 4,3 – Muy buen exponente de los Syrah de clima frío en Nuevo Mundo, conveniente relación precio/calidad y opción de envejecimiento.
Su maridaje perfectamente puede ir por su lado más tradicional junto a charcutería, quesos maduros, cordero asado y guisos ricos en curry pero nuestra recomendación es degustarlo junto a algún plato intenso, pero más sencillo que permita destacar la complejidad del vino como bien podría ser una clásica Pizza Marinara.

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