
Ya sea Hamburgo, Rotterdam, Liverpool, New York, Buenos Aires o Valparaíso, todas las ciudades con actividad portuaria, sea esta de carga, pesquera o turística, son famosas también por sus bares y Punta Arenas, fiel a esta tradición tiene en La Luna unos de sus más dignos representantes.
El local ubicado en un antiguo edificio de la calle O’Higgins luce la estética característica de estos lugares con una amplia y larga barra detrás de la cual se alza una estantería de varios niveles que ostenta como tesoro más de un centenar de botellas de vino y toda clase de licores que de seguro provocaran la nostalgia de cualquier visitante porteño, como es mi caso, por su parecido al extinto Bar La Playa.
Pero el bar de puerto, como antecesor de la fuente de soda, es un lugar donde no sólo se bebe sino también se come y para ello cuenta con comedores dispuestos en dos niveles a un costado de la barra tapizados de notas y recuerdos dejados por los comensales que dan testimonio de las visitas recibidas desde los siete mares y los cinco continentes.
Estos locales nunca se han caracterizado por la sutileza culinaria, al contrario siempre han sido un lugar de platos enjundiosos acompañados de gruesos vinos y La Luna por supuesto no es la excepción, más aún si consideramos que sus comensales suelen cruzar sus puertas en busca de cálido abrigo y refugio ante las frías ventoleras procedentes del Estrecho de Magallanes.

Entrando en materia La Luna se visita por dos razones: escapar del frío, como ya mencionamos, y degustar la Centolla magallánica, joya culinaria de estas tierras, y bien puede matar dos pájaros de un tiro abriendo fuegos con un Chupe de Centollas ($ 23.990.-), cálido, contundente, de buena crocancia en la superficie y perfectamente cremoso en su interior; o si prefiere saborear el famoso crustáceo austral en un versión más pura comience entrando en calor con su burbujeante Sopa Marinera ($ 7.990.-) en base a mejillones, anillos de calamar y camarones, cuyo caldo con dejo a vino blanco, limón y suave picante probablemente haya sido parte de un delicioso pilpil, y luego opte por el fresco Timbal de Centolla ($ 18.450.-) donde la carne del rey de los cangrejos gruesamente desmenuzada se acompaña de pasta de mayonesa, ajo y cilantro. Ahora bien si la visita es entre varios comensales no está demás compartir esta delicia a cambio de que el resto colaboré con unos Camarones al Pilpil ($ 8.250.-) de temperatura y picor precisos.

La oferta de platos de fondo es abundante y variada tanto en carnes como pescado además de algunas opciones vegetarianas pero entre todas me atrevo a recomendar dos opciones, que además de su buen sabor y ejecución cuentan con un interesante arraigo cultural en las mesas puntarenenses. La primera es la Milanesa, sea de vacuno o ave ($ 9.990.- con papas fritas o si prefiere $ 11.990.- a lo pobre), un plato que correctamente ligamos a la cocina gaucha pero recuerde que en esta latitud los majestuosos Andes se han reducido a suaves lomajes por lo que las fronteras son difusas y las tradiciones, más al norte, claramente chilenas y argentinas aquí se funden en la cultura patagónica; y el segundo es el Garrón de Cordero ($ 18.990.- con papas rústicas al perejil), una receta que desde la Extremadura española se asentó en la isla de Chiloé y que luego a causa de la masiva migración de chilotes que en términos prácticos fueron quienes colonizaron Magallanes, además por supuesto de croatas, tomó nueva vida con el cordero apacentado en estas tierras.
A la hora del maridaje basta mirar la enorme estantería tras la barra para tener en claro que la oferta de vinos es amplia, si bien cabe consignar que la disponibilidad de vino por copa no siempre es fiel a lo señalado en la carta pero entre aquellos disponibles de seguro encontrará más de uno que junto a acompañar sus platos le ayudará a entrar en calor.
Si bien muchas razones laborales o turísticas pueden llevarnos a Punta Arenas, la visita a esta ciudad no se puede considerar completa sin pasar por este popular bar.
Post Data: en temporada alta recomiendo reservar a la hora de la cena.