Morandé Brut Nature

Los vinos espumosos son la gran materia la debe en la viticultura nacional y en especial aquellos producidos mediante segunda fermentación en botella o «método tradicional». Por supuesto que existen muy buenos exponentes nacionales, pero esa alta calidad conlleva un costo con su consiguiente precio de mercado que suele doblar el valor de importados de similar perfomance y en ocasiones agregando unos pocos pesos más podemos optar por un auténtico e insuperable Champagne.

Los mejores vinos de este tipo se producen en climas particularmente fríos que permiten que sus mostos base cuenten con una extraordinaria acidez capaz de mantenerse viva y punzante a la vuelta de los varios años que toman los procesos de primera y segunda fermentación junto a la crianza posterior, y nuestro clima notoriamente más cálido nos es un aliado en esta materia.

En cuanto a los precios producir espumoso champenoise dista de ser barato pues muchas partes del proceso se deben realizar «a mano», por lo mismo la economía de escala generada por un alto volumen de venta resulta gravitante para que estos sean competitivos y en esta materia españoles, italianos, argentinos e incluso brasileros nos llevan larga delantera lo que les permite posicionarse con precios muy atractivos en las góndolas de nuestros supermercados a pesar inclusive de los impuestos de ingreso pagados por los productos alcohólicos.

Morandé ha sido históricamente una bodega que no se ha detenido frente a supuestos paradigmas. Su fundador se atrevió a cultivar en Casablanca cuando ningún productor cruzaba la Cordillera de la Costa, luego fueron de los primeros en apostar por el Carignan maulino y en el último tiempo han sido vitales en consolidar a Malleco como la borgoña austral; por lo mismo no es extraño que con su Brut Nature establezcan un nuevo punto de referencia para la relación calidad/precio dentro de nuestros vinos.

Este espumoso 72% Chardonnay y 28% Pinot Noir proveniente del viñedo Belén ubicado en valle de Casablanca considera un proceso en donde el vino base es fermentado y criado 18 meses en barricas de 500 lts, para luego pasar a las botellas donde se somete a la segunda fermentación durante siete a diez semanas y finalmente ser criado sobre sus lías por treinta y seis meses, sumando casi cinco años desde el primer inicio al final de su producción.

El resultado es un espumoso de burbuja mediana y algo desordenada en copa, quizás el único punto a mejorar logrando una mayor presión interna durante la segunda fermentación. En su nariz nos entrega durazno blanco, manzana oxidada, lima, junto a marcado brioche, mazapán y bollería heredados de su larga autolisis cuyo efecto también notamos en su boca cremosa pero fresca, sutilmente oxidada, de acidez alta y punzante que cierra con un equilibrado final cítrico.

Espumoso de muy buen equilibrio sobre todo en el manejo de sus notas oxidadas, persistencia sobre la media nacional, lograda intensidad y una complejidad relativamente amplia para lo usual de nuevo mundo.

Nota: 3,5 – Un vino de buena calidad y a un precio acorde a ella que mantiene relación con su competencia importada, definitivamente por acá va el camino.

Como todo espumoso es una excelente opción para acompañar platos marinos, bocadillos ricos en fritura y alguna repostería, sobre todo aquella hecha en base a harina de almendras. Considerando su peso en boca y acidez nuestra recomendación es darle un lugar en el maridaje de unas Ostras Rockefeller.

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