
El cultivo de la vid en el Valle del Elqui se inicia con la llegada de los conquistadores hispanos. El clima cálido y sus más de trescientos días de cielos despejados al año favoreció la Moscatel de Alejandría y sus vinos dulces y licorosos, que con el tiempo derivó en la producción de destilados al estilo de brandy europeo pero rebautizados como Pisco en esta porción de Nuevo Mundo.
Elqui se convirtió, con justa razón, en la capital de la industria pisquera y en un terroir óptimo para los mostos de Cosecha Tardía, sin embargo la producción de vinos tranquilos era sinónimo sin ecuanon de ejemplares gruesos, sobremaduros, de marcada baja acidez y licorosos en demasía.
Tal como en su momento Vicente Ochagavía a mediados del siglo XIX apostó por las cepas bordelesas en el Maipo y casi cien años después Pablo Morandé abrió el valle de Casablanca para las variedades de clima frío, a comienzos del nuevo milenio el destacado enólogo Marcelo Retamal, en ese entonces a cargo de la producción de Viña De Martino, vio en el Valle del Elqui condiciones y un potencial muy similar al del sur del Ródano francés.
La abundancia de luz solar y el calor estival aseguraba la correcta madurez de variedades de piel gruesa, como Garnacha y Syrah, pero faltaba algún regulador térmico que permitiera a estas preservar su preciada acidez. En la imposibilidad de buscar este frescor en las costas, sin los suelos adecuados, Retamal optó por seguir el ejemplo argentino y trepar hacia la precordillera en busca de los fríos vientos andinos.
De esta forma hacia 2009 nace Alto Los Toros Single Vineyard Syrah, de viñedos plantados cerca de los 1.800 msnm en los rocosos suelos graníticos de Alcohuaz, última localidad del Valle del Elqui a tan solo una veintena de kilómetros de la frontera con Argentina.
Bastaron tan sólo un par de cosechas para que Alto Los Toros instalara al «Alto Elqui» en el mapa enológico nacional como una zona capaz de producir vinos intensos, complejos, elegantes y de alto potencial de envejecimiento en botella como lo demuestra la referida etiqueta en su cosecha 2011 que ahora, al cumplir una década, mantiene intacta su acidez y riqueza frutal a la vez de comenzar a mostrar interesantes y enriquecedores terciarios que lo convierten en un placer para los sentidos.
A pesar de su éxito, la apuesta de Alto Los Toros se extendió tan solo hasta su cosecha 2013 luego que De Martino optara por privilegiar la producción oriunda de viñedos de su propiedad en Isla de Maipo, Maule e Itata. Sin embargo el éxito de la etiqueta y su apuesta derivó en el nacimiento de la bodega Viñedos de Alcohuaz, por lo que las uvas que en su momento dieron vida a este vino a contar de la cosecha 2015 las podemos encontrar, con similar vinificación, en el magnífico Tococo de Alcohuaz.
Este magnífico Syrah, dado su envejecimiento en botella, requiere decantación y un par de horas de oxigenación para desplegar todas sus bondades.
Color teja, capa alta, ribete ocre y lágrimas gruesas saltan a la vista, en tanto en su nariz expresa reducción de frambuesas, mora, arándano, intensas olivas negras, aceto balsámico, además de las notas adquiridas por la guarda tales como cuero curtido, charqui y charcutería madura.
En boca regala una pulida intensidad, fruta y acidez aún marcadas, taninos firmes, sedosos con dejo de dulzor, final particularmente largo con notas de tabaco y especias que se extienden al retrogusto.

