
Decir que la cocina italiana es famosa por sus masas, pastas y las salsas que las bañan o rellenan resulta casi obvio, sin embargo reducir la tradición culinaria de la península itálica tan sólo a spaguetti, gnocchis, ravioli o tagliatelle es un craso error.
Italia es heredera no sólo de la culinaria romana sino también cuenta con una importante influencia de los pueblos germanos, en particular lombardos, celtas, árabes y del oriente medio. Además en su territorio ha prosperado no sólo el cultivo de trigo sino también del arroz, con variedades propias, la ganadería y una amplia variedad de recursos marinos que en su conjunto posibilitan una gastronomía enorme a diversa.
A continuación les compartimos 7 recetas con alma italiana y que van más allá de las pastas:
1 Bruschetta

Uno de los antipasti preferidos por los italianos heredado desde la época romana donde los legionarios solían alimentarse durante sus marchas de mendrugos de pan recalentados al fuego untados en aceite de oliva saborizados con ajo machacado.
Esta tradición se mantuvo en los campos de la Toscana donde durante el siglo XVIII se le añaden queso mozzarella di bufala, tomatines y albahaca fresca.

El Carpaccio data recién de 1950 cuando el chef veneciano Giuseppe Cipriani creo un plato en base a carne cruda para la condesa Amalia Nani Macengo al que también incorporó alcaparragas y queso Grana Padano reuniendo una gama de colores que le recordaron las pinturas de Vittore Carpaccio.
Aunque la receta original considera filete vacuno prontamente comenzó a ser preparado también con salmón y pulpo.

Su nombre deriva del latín «menestra» que hacer referencia a aquellas preparaciones comunes y corrientes parte de la cocina cotidiana.
Esta gruesa sopa que reúne toda clase de hortalizas, tomates, patatas.legumbres, y pasta es el emblema de la Cucina Povera italiana y suele ser servida como primer plato sobre todo en los meses de invierno.

El risotto nace en lombardía, específicamente en Milán, para convertirse en uno de los platos más representativos del norte de Italia donde el arroz es un recurso incluso más abundante que el trigo.
Conforme la receta se extendió a las costas del Adriático incorporó langostinos, pulpo, berberechos y toda clase de mariscos a su preparación.

Según cuenta una antigua leyenda en Milán, el risotto nace de la mano de un joven novio que buscando impresionar a los invitados a su boda les sirvió un «caldo de granos de oro» que no era otra cosa que arroz teñido en una cremosa sopa de azafrán y calabaza dando así origen al risotto
Arborio y Carnaroli son las mejores variedades de arroz para este plato.

El Ossobuco (hueso hueco ) solía ser preparado en la campiña italiana dentro de enormes calderos al momento de faenar un vacuno.
El uso de la sierra industrial masificó su consumo en la urbes del norte de Italia dando origen al Ossobuco alla Milanese, que para ser considerado como tal debe ser hecho en un caldo de vino Valpolicella y acompañarse de risotto.

Durante el Renacimiento la familia Médici, gobernante de Florencia, solía celebrar cada 10 de agosto el día de San Lorenzo distribuyendo enormes cantidades de carnes entre el pueblo florentino que eran asadas en una fiesta multitudinaria.
De esta celebración nace la Bistecca alla Fiorentina, una pieza de entrecot de seis o más centímetros de grosor extraída de vacunos de la raza Chianina que se sirve «al sangue».