Casa Marín Miramar Vineyard Riesling 2021

Al iniciarme como amante del vino solía preguntarme ¿qué tiene de especial el Riesling para que muchos lo consideren el mejor blanco del mundo? Al darle una primera mirada se encuentran los aromas frutales típicos de las variedades de clima frío (fruta blanca, verde y cítricos), su acidez es punzante sin duda pero también lo es la de un Sauvignon Blanc, y además en algunos casos huele a gasolinera, ¿qué lo hace entonces tan especial?

Algún tiempo después participé de un ciclo de catas en torno a la variedad en la que se degustaron diversos ejemplares, en su mayoría alemanes pero también con origen en Alsacia, Australia, Moldevia, Eslovaquia y Chile, desde añadas muy tempranas hasta cosechas con varias décadas de guarda en cava. En ese momento entendí la razón de la devoción por la variedad y me convertí en otro más de sus amantes. La elegancia y alcances de su evolución supera con creces los de cualquier otro vino al punto de una misma botella pareciera contener distintos vinos conforme avanza el tiempo, cada vez más complejos y sofisticados.

Las notas de manzanilla fresca de sus primeros años mutarán conforme pasa el tiempo té de hierbas y camomilla seca; el aroma y sabor de durazno blanco evolucionará en fruta madura luego nectarín más adelante durazno y damasco en almibar hasta alcanzar la forma de huesillo; y así ocurrirá con cada uno de sus notas aromáticas.

En cuanto a su boca la acidez crocante de sus primeros años se irá tonando envolvente y conforme pierda su potencia permitirá que se perciban suaves notas de dulzor en forma de delicado almibar y miel; de igual forma su cuerpo fresco y ligero se tornará cada vez más elegante y untuoso. De esta forma los distintos niveles de evolución en cada uno de los descriptores en nariz y boca posibilitan la existencia de infinitos diversos perfiles a descubrir en un mismo vinos durante sus décadas de potencial de guarda.

De regreso al referido ciclo de catas y como es de suponer los Riesling alemanes, en particular aquellos proveniente de la Mosela, mostraron una calidad absolutamente superlativa y superior al del resto de los participantes, incluidos algunos Grand Crú de Alsacia. Sin embargo un representante nacional alcanzó también una notable altura al punto de tener poco que envidiar a sus pares germanos: Casa Marín Miramar Vineyard Riesling 2008.

Este vino descorchado a trece años de su cosecha mostró un hermoso color dorado de traza ámbar con un verdadero jardín de jazmines en su nariz al que se sumaban manzana oxidada, durazno en su almíbar, manzanilla seca, damasco turco, zeste de naranja, fruta de caroso y delicada presencia de notas parafínicas; mientras su boca de cuerpo sedoso presentaba suave dulzor, acidez perfectamente viva y un final cítrico y floral de persistencia eterna.

De más está decir que alcanzar este nivel de evolución no ocurre de un día para el otro. El proceso requiere paciencia y perseverancia además de la suficiente fuerza de voluntad para no sucumbir a la tentación de abrir la botella antes de tiempo; pero también es imposible predecir el momento perfecto para el descorche si se trabaja «a ciegas» sobre una única botella, por lo que lo ideal es disponer para la guarda de al menos una media docena de vinos de la misma añada, en lo posible adquiridos en cuento sean liberados al mercado a fin de controlar por completo el envejecimiento sin verse afectado por los cuidados, o más bien la falta de ellos, prodigados en tiendas y supermercados, para luego ir descorchando y evaluando cada dos o tres años lo que nos permitirá disfrutar en cada ocasión de un mosto maravilloso notando como evoluciona a lo largo del tiempo hasta alcanzar su mejor momento.

En nuestro caso decidimos guardar una caja (seis botellas) de Casa Marín Miramar Vineyard Riesling 2021 con la intención de seguir su evolución primero a un año de cosecha, para conocerlo en su plena juventud, y luego descorcharlo a cuatro, siete, diez, trece y quince años.

En este, su primer descorche, nos encontramos con un vino exquisitamente fresco y ligero de tono amarillo pajizo casi traslúcido y levemente turbio que en su nariz nos regala pera madura, manzana verde, limón sutil, durazno blanquillo y muy suave dejo parafínico, en tanto su boca presenta un muy delicado dulzor de miel, acidez punzante y largo final cítrico, salino y mineral. Como podrán notar un perfil muy distinto a lo encontrado en la añada con trece años de guarda.

Nuestra idea es compartir en este espacio la evolución de este vino, lo que obviamente requerirá tanto de nuestra paciencia como la de nuestros lectores.

Como comentario final no puedo dejar de recomendarles guardar algunos vinos en cava, la que pueden disponer en una bodega de departamento o algún cuarto fresco y oscuro, y disfruten de la evolución de este vino o el que sea de su predilección.

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