Woodlands Wilyabrup Valley Chardonnay

Lo que es bueno para la vid es bueno para el hombre, prueba de ello es que las cuencas que acogen a las principales regiones vitivinícolas del mundo también contienen importantes centros urbanos donde el ser humano se ha beneficiado del mismo clima y recursos que permiten la producción de vinos como son Porto en el Douro, Valladolid en el Duero, Tours y Nantes en el Loira, Florencia en la Toscana, Santiago en el Maipo y Mendoza en la región homónima.

Pero como en toda regla existe una excepción dos mil kilómetros al oeste de Adelaida, en su gran mayoría del más árido desierto encontramos el pequeños poblado de Margaret River junto a las costas del Indico y a tres horas en vehículo de la ciudad más cercana.

La escasa concentración demográfica se debe a que la colonización de Australia Occidental se inició recién finalizada la Primera Guerra Mundial pero en términos vitivinícolas se debió esperar hasta 1965 cuando los estudios del Dr. John Gladstones despertaron el interés de nobeles viñateros como el matrimonio Watson que en en 1973 establece Woodlands Wines, uno de los primeros viñedos y bodega en la región.

Margaret River no concentra más de cinco mil habitantes pero atrae a medio millón de turistas anuales, produce tan sólo el 3% del total de vinos australianos pero una de cada cinco vinos premiados y de reconocimiento internacional tiene origen en esta región.

Las claves de Wilyabrup, principal valle de la zona, está en inviernos lluviosos y veranos secos además de un suelo compuesto principalmente por gravas que favorecen el drenaje, que a su vez están recubiertas por una capa de arcilla, que ayuda a retener la humedad, generando un terroir muy similar a Bordeaux, por lo que no es extrañar que sea el hogar de los mejores Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot australianos, pero sorprendemente también produce magníficos Chardonnays de un perfil que nos recuerda el Macón.

Wilyabruo Valley Chardonnay de Woodlands Wines es un exponente clásico de los blancos de la región pues como ya mencionamos es producida por una de las familias pioneras en Margaret River. Viñedos orgánicos, levaduras nativas, maloláctica espontánea, crianza en roble de un 80% del mosto pero tan sólo con un 20% de barricas nuevas redundan en un Chardonnay de cítricos maduros y notas tropicales con moderada presencia de mantequilla y tostados en un estilo mucho más ligero que sus símiles californianos y que guarda cierta similitud con aquellos producidos en nuestros valles costeros lo que, sumado a los costes de importación, contribuyen a su escasa presencia en nuestras tierras.

Amarillo de traza dorada, en su nariz encontramos manzana roja madura, durazno blanco, membrillo y piel de pomelo además de suaves notas de mantequilla y vainilla. Boca fresca y amplia, de cuerpo untuoso con suave dulzor pero perfectamente equilibrado en su acidez alta, con predominio de frutas blancas y cítricos en su final medio.

Logrado equilibrio, persistencia media, intensidad suficiente para definir claramente sus notas y una complejidad que da cuenta de su origen y vinificación.

Nota: 3,9 – Buen Chardonnay ideal para comenzar a adentrarse en los blancos australianos y de óptima relación precio calidad a pesar de su condición de importado.

Su maridaje natural lo encontramos con quesos semi maduros, crustáceos y pescado azul, pasta acompañada de salsa blanca y sobre todo en los platos en base a ave asada o rebozada tan propios de la cocina australiana como es el Chicken Parma.

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