
Aquello de que «el vino mejora con los años» es una máxima que trasciende el mundo enológico y forma parte de la cultura popular, sin embargo aunque la afirmación en rigor es cierta lo principal a la hora de destinar una botella a guarda es saber por cuantos años se extenderá esta mejora.
Todos los seres vivos nacemos con una increíble cantidad de energía que disminuye conforme crecemos o envejecemos, de esta forma en algún momento llegamos al apogeo de nuestra capacidad física, luego al cenit de nuestro potencial intelectual y más tarde inefablemente iniciamos un lento proceso de decadencia física y mental hasta apagarnos del todo.
El vino actúa de forma muy similar. Recién embotellado muestra una potencia frutal y acidez a ratos desbordante que conforme pasa el tiempo se va refinando a la vez que el mosto gana mayor complejidad en colores, aromas y sabores hasta llegar al momento de su cénit luego del cual comenzará a perder vitalidad hasta apagarse por completo. ¿Cuánto dura este proceso? al igual que en los seres humanos la respuesta a esto dependerá de una serie de factores:
Nuestra longevidad está en buena parte determinada por nuestros genes que en términos prácticos es equivalente a las condiciones particulares de cada cepa, así las uvas tintas, más ricas en antioxidantes, resisten mejor el paso del tiempo que sus símiles blancas. Luego nuestra crianza, en otras palabras como nos alimentamos en nuestra infancia, el contexto familiar e incluso escolaridad determinará en una medida importante las expectativas de vida, de igual forma en el mundo del vino levaduras usadas y duración de su guarda en roble determinará su potencialidad futura.
Finalmente, incluso por sobre la importancia de nuestros genes y las atenciones prodigadas por nuestros padres, son los cuidados que cada uno tomamos en nuestros vida adulta, en términos de salud, alimentación y actividad deportiva, los que en mayor medida determinaran hasta cuando estaremos en este mundo. De igual forma los cuidados a los que sean sometidos nuestros vinos en su retiro en cava, como mantenerlos en posición horizontal para mantener hidratado su corcho y protegerlos de toda fuente de luz, no tan sólo solar sino también incandescentes y fluorescentes, tendrá un peso gravitante en la verdadera potencialidad de guarda de nuestras botellas.
Hace casi un año descorché un par de Cuvée Alexandre Atalayas Vineyard Chardonnay adquiridas en la góndola de un supermercado que en ese entonces no sumaban más de cinco años desde su cosecha para encontrar un vino cansado e iniciado en su proceso oxidativo. Por contraparte meses atrás descubrí cual tesoro en el Wineshop de Lapostolle este ejemplar que cuenta ya una década mantenido en perfectas condiciones de guarda y la diferencia de resultado es más que evidente.
Este Cuvée Alexandre Alexandre perfectamente conservado se nos presenta como un Chardonnay de tono dorado y amplio ribete claro que da cuenta del tiempo transcurrido desde su juventud.
En nariz encontramos frutas blancas deshidratadas, que a quienes vivimos en Chile siempre nos recordarán los «huesillos», damascos turcos y piña en su almíbar. De habitual dejo láctico de estos vinos solo conserva un dejo a cáscara seca de queso parmesano y en cuanto a sus tostados encontramos notas de harina de almendras horneada que nos rememoran unos deliciosos macarrons y una intensa presencia de avellanas.
Finalmente en su boca nos entrega un marcado sabor de frutas blancas deshidratadas que nuestras papilas interpretan como cierto dulzor si bien el mosto se mantiene perfectamente seco. Acidez media que es el gran sustento de la vitalidad aún vigente de este ejemplar y en su final la aparición de notas oxidativas paradojalmente enriquecen el conjunto merced de aportar un grato picor de cáscara cítrica que en conjunto al licorice concentrado por una década nos recuerdan el Grand Marnier, célebre licor de naranjas nacido en las afueras de Paris en la destilería de Jean Baptiste Lapostolle de mano de su yerno, Alexandre Marnier, a quien precisamente homenajea e nombre de esta etiqueta.
Un vino bien conservado es capaz de contar una muy buena historia.

