
En 1989 la principal preocupación ambiental reflejada en el Protocolo de Montreal era la protección de la capa de ozono; George Bush asume como presidente de los Estados Unidos poniendo fin a la era Reagan; las tropas soviéticas abandonan Afganistán sumiendo a Kabul en un caos; inspectores de la FDA encuentran uvas inyectadas con cianuro en Curacaví desatando la crisis de la uva en Chile; en París se inaugura la pirámide del Louvre; en México es apresado Miguel Ángel Felix Gallardo, el «Jefe de Jefes»; en Pekín se produce la revuelta de Tiananmen; en Japón se emite el primer capítulo de Drangon Ball Z; Carlos Menem es elegido presidente de Argentina; Nirvana lanza su primer albúm; Bogotá sufre una serie de atentados organizados por el Cartel de Medellín; y en Chile se elige al primer presidente democrático, Patricio Aylwin, en casi dos décadas.
Es en ese mundo tan distinto donde se cosechan las uvas que dan vida a este Cabernet Sauvignon del Maipo que ya suma magníficos treinta y tres años.
Sin embargo no sólo han habido cambios en geopolítica desde 1989 a la fecha sino también el Maipo que algunos conocimos, y los vinos que de él nacen, ya no son los mismos. Sin duda continúan siendo magníficos Cabernet Sauvignon de clase mundial dotados de una particular longevidad pero una serie de eventos y circunstancias implican que los vinos producidos antes de lo ’90 hoy sean un recuerdo del que quizás fue el punto más alto de su terroir.
El retorno a la democracia marcó la reinserción de Chile en un mundo que marchaba a la globalización. Los acuerdos comerciales firmados desde 1995 en adelante beneficiaron en particular a la industria vitivinícola pero este crecimiento también tuvo sus costos.
Previo a los tratados internacionales, aunque nuestros vinos ya se exportaban al mercado europeo y norteamericano, el grueso de la producción abastecía el mercado local. Con una población que entonces nos alcanzaba los trece millones de habitantes resultaba sencillo producir mostos de parcelas específicas en un viñedo acotado. Al expandirse la producción se hizo imprescindible aumentar los rendimientos, extender los terroirs originales e incluso comprar uvas a terceros, de esta forma etiquetas que nacieron bajo la denominación Pirque prontamente debieron crecer a Maipo y algunos de ellos incluso ampliarse a todo el Valle Central.
Ciertamente hoy en día contamos en el Maipo con Cabernet Sauvignon de las categorías Single Block y Single Vineyard, pero en general son una minoría reservada para los paladares de quienes puedan costear el valor de cada una de sus botellas.
Luego para fines de los ’80 el radio urbano de Santiago en la práctica se limitaba a la circunvalación Américo Vespucio. En los actuales centros comerciales del sector oriente los arrieros llevaban a su ganado a pasar la veranadas y en el terroir de Macul fructificaban las vides entre bosques de boldos, peumos y arrayanes.
Treinta años después, en lo que hoy conocemos como comuna de Peñalolén, los edificios, condominios y conjuntos habitacionales trepan hasta la misma precordillera y tan sólo un infimo porcentaje del antiguo fundo Cousiño Macul junto a Viña Aquitania y Clos Quebrada de Macul se alzan como islas de verdor en medio de la urbe,
Finalmente quienes hoy nos acercamos al medio siglo de vida recordamos a Santiago como una ciudad de inviernos lluviosos y veranos templados. Sobra señalar como esto ha cambiado a raíz del cambio climático en un lugar que avanza a pasos agigantados a la desertificición.
Esas antañas lluvias torrenciales permitían cultivar vides en secano, con la consiguiente mayor concentración de azúcares y ácidos. Además ese grado promedio en el que ha aumentado la temperatura promedio resulta suficiente para que las uvas conserven un menor porcentaje de acidez generando vinos menos ligeros y con una menor longevidad que sus ancentros,
La historia de Antigua Reservas Cabernet Sauvignon se inicia en 1927, pero su cosecha 1989 será la última en provenir del terroir de Macul, de entonces en adelante reservado en exclusiva para los vinos íconos de la bodega, y además criado en fudres. Desde 1990 a nuestros días su mosto proviene de las parcelas que Cousiño Macul posee en Paine, cincuenta kilómetros al sur, donde es criado, para gusto de los seguidores de Robert Parker, en barricas de roble francés.
Por todo lo anterior descorchar este vino es remontarse a un tiempo que difícilmente volverá. Sus aromas y sabores son una muestra de lo que fue y ya no será como un legado vivo de lo que quizás en su momento no supimos apreciar y valorar en su justa dimensión.
Vino que hoy, a treinta y tres años de su cosecha, se muestra de tono ocre y amplio ribete claro con una nariz dominada por aromas de berries secos, higos maduros, cuero, champiñón, menta seca y aceto balsámico, y cuya boca abre frutal y ligera, de acidez sorprendéntemente viva para sus años, tanino firme de nota achocolatada y final persistente.
Un mosto de aquellos que justifican destinar un lugar a la cava.

