
El Tococo (Scelorchilus albicollis) es un ave de no más de 18 cm de talla endémica del norte y centro de Chile conocida también como «Tapaculo» por la onomatopeya de su canto y a la que en muy raras ocasiones se le ve volar pues prefiere desplazarse caminando por los campos.
Los mitos y leyendas del norte chico relatan que los antiguos pirquineros solían seguir a cualquier tococo que se cruzara en su camino hasta el lugar donde este se detenía a cantar pues indicaba que aquel sitio escondía riquezas y fortunas.
Aunque habita desde Antofagasta a Curicó, el valle de Elqui es uno de sus habitat preferidos por lo que cabe preguntarse si no fue el canto de algún Tococo el que dio señas al enólogo Marcelo Retamal de la inmensa riqueza del terroir de Alcohuaz y sus viñedos por los que esta ave suele deambular.
Retamal, durante sus años en De Martino, nos regaló el magnífico Single Vineyard Alto Los Toros, un sobresaliente Syrah cultivado cerca de los 1.800 msnm, uno de los pocos casos de vinos de altura en nuestro país y cuyos últimos ejemplares, cosechados hace ya una década, hoy muestran la exquisita evolución de este vino que incluso aún está lejos de alcanzar su mejor momento.
El suelo calcáreo, la inclinación del terreno, la nieve en invierno, los días luminosos durante la temporada de crecimiento, las frías noches en las alturas y quizás también la consabida magia del Elqui confabulan para entregar un mosto de calidad superlativa pero que a cambio toma como tributo un escaso rendimiento que difícilmente puede satisfacer la idea de repletar anaqueles de tiendas y supermercados. Es por esta razón, además del deseo de concentrarse en sus viñedos propios en el Maipo e Itata que De Martino bajó la cortina de Alto Los Toros tras su cosecha 2013.
Sin embargo Retamal no estaba dispuesto a desoír el canto del Tapaculo por lo que se sumó al proyecto Viñedos de Alcohuaz donde Alto Los Toros reencarnó, depurado y amplificado, en la forma de Tococo de Alcohuaz.
Tococo es un vino donde suelo, clima y altura de su terroir se suman a una magistral vinificación que considera pisado a pie en lagares de piedra y crianza de 22 meses en fudres de madera para dar por resultado un Syrah absolutamente superlativo, en especial si consideramos su relación calidad/precio, que sobre todo rompe con el habitual paradigma de la variedad en nuestra tierra; Intensidad/Valle cálido versus Complejidad/valle frío, para dar por resultado un mosto que abarca sin complejos ambas visiones de la cepa acercándolo al perfil propio del norte del Ródano pero sin perder un ápice de su única identidad.
2018 es una añada que eventualmente marcará un antes y un después. Una pluviometría que doblo el promedio histórico con buena acumulación de nieve en la cordillera permitió triplicar la producción que en añadas anteriores se acercó peligrosamente al punto de no retorno en terminos de rentabilidad a la vez que un verano cálido y luminoso permitió vendimiar en forma temprana, rescatando las notas más frescas de la uva alejándose de la sobre madurez que convierte al Syrah en un esclavo y dependiente del maridaje de carnes asadas.
Vino púrpura de traza rubí en su juventud dotado de una nariz volcánica expresada en ceniza, pólvora y pedernal que se acompañan de violeta, mora y arándano, balsámico, intensas olivas además de los dejos cárnicos y de charcutería aportados por sus ricos ácidos lácticos.
Intenso pero perfectamente fluido en boca, acidez punzante de larga persistencia, tanino aún tenso pero perfectamente maduro, seguido de un final largo donde nuevamente sus olivas y frutos negros complementan su exquisita astringencia que recuerda la tiza propia del Ródano.
Hasta 2018 su coupage se compuso en exclusivo por Syrah. En añadas posteriores ha considerado un 15% de Petite Syrah, probablemente para asegurar producción y rendimiento, por lo que resulta muy recomendable atesorar esta añada para ver la evolución de este vino en su estado más puro.

