Aunque la Bonarda ya era cultivada por los Etruscos hace más de tres mil años y en la actualidad cuenta con alguna presencia en las regiones de Saboya y el Jura, en Francia, como también en California, lo cierto es que tan sólo en Argentina sus vinos cuentan con un lugar destacado siendo de hecho la segunda cepa más plantada luego del Malbec.

En su forma más clásica la variedad produce tintos intensos pero de cuerpo fluido, ricos en fruta negra y berries, con sabores achocolatados aportados por la tradicional crianza en madera y un perfil de tono rústico cercano a los vinos patrimoniales tan en boga en los últimos años.
Alambrado Bonarda de bodega Santa Julia es un muy buen representante de su cepa y estilo. A la vista nos entrega su característico tono púrpura profundo de capa alta, su nariz expresa mora, arándano, crema de fresa, berries secos, hierba provenzal y mokka, en tanto su boca es ligera y frutal, de acidez punzante, taninos achocolatados y final con predominio de fruta negra, ciruela ácida y café expreso.
Vino de relativo buen equilibrio, persistencia más bien baja, marcada intensidad en sus notas y una buena muestra de la complejidad de la cepa.
Nota: 3,5 – Correcto exponente de la variedad ideal para abrir un asado.
Su maridaje natural son guisos ligeros, pastas, pizza y toda clase de entrantes de parrilla como matambre, entraña, mollejas y sobre todo Provoletta.
