
El río Maipo marca el mapa enológico de la Región Metropolitana y no en vano entrega su nombre al valle. En su curso alto, saliendo del cajón cordillerano donde toma forma, alimenta las terrazas de pie andino que se extienden de Peñalolén a Paine famosas por sus Cabernet Sauvignon de fama mundial. Hacia el curso medio un siglo atrás el curso fluvial se abría en dos brazos formando lo que conocemos como Isla de Maipo, el cambio del caudal dejo un terreno marcado por la presencia de gravas que favorecen a las cepas bordelesas, en particular el mencionado Cabernet y Merlot. Luego, llegando al portezuelo que permite su paso entre los montes costeros al mar, el clima más frío lo vuelve un excelente terroir para el Syrah; y finalmente, tras cruzar la Cordillera de la Costa e ingresar al sur de la región de Valparaíso transita entre los valles de Leyda y San Antonio, consolidada tierras de vinos blancos.
Sin embargo existe «otro Maipo», uno ubicado casi 90 kilómetros al norte del curso del río que al encontrarse aún dentro de los límites de la Región Metropolitana y dado que nuestras Denominaciones de Origen se rigen por criterios administrativos y no geográficos debe compartir nombre con aquellos nacidos junto al curso fluvial.
Este Maipo Norte se emplaza a la sombra del Cerro el Roble, bajo la cara oriental de la Cordillera de la Costa, entre Batuco y TilTil, cuyo clima y suelo lo hace mucho más cercano a Panquehue, 30 kilómetros en línea recta al norte dentro del valle de Aconcagua, que a la realidad de Pirque o Puente Alto, lo que explica porque en estas tierras Carmenere y Cabernet Franc alcanzan un perfecto balance sin pecar de sobre maduros, como suele ocurrir en el Maipo Andes, ni mostrarse demasiado verdes, como es propio del curso bajo del río.
Casa Bauzá, apellido mucho más ligado a la industria pisquera, ha establecido aquí sus cuarteles tomando al Carmenere como su cepa insigne que han hecho que su etiqueta Presumido haya sido reconocida en más de una ocasión como el mejor dentro de su variedad incluso sobre ejemplares que doblan su precio con origen en los consolidados terroirs de Pelequén, Apalta y Peumo.
Presumido es un Carmenere de cuerpo robusto, taninos sedosos, donde el protagonismo recae en su fruta en un punto perfecto de madurez mientras la piracina marca presencia en una justa medida suficiente para mostrar las notas propias de la cepa pero sin que resulte en ninguna forma invasiva.
El muy buen trabajo en viñedo y bodega permiten que se exprese no solo como un muestrario de berries negros, como es habitual, sino también entregue fresa, cereza, guindas ácidas además de tabaco y pimienta negra que amplían considerablemente su abanico de aromas.
Un punto a destacar es su intensidad y acidez media+ que permiten augurar un mayor tiempo de evolución, uno de los grandes «al debe» de la variedad, por lo que resulta muy recomendable enviar algunas botellas a cava para darles una mirada a la vuelta de cinco u ocho años.

