Si tuviéramos que elegir las preparaciones que personifiquen el Comfort Food en Chile, esos platos cálidos y reconfortantes que nos recuerdan la mesa familiar y nos trasladan a nuestra infancia, sin duda el Pollo Arvejado estaría entre los elegidos.
Su receta se remonta a la época colonial y presenta una manifiesta influencia hispana pues su ejecución es muy similar al «tajín de ave», plato que los árabes llevaron desde el actual territorio de Marruecos al sur de España y sobre todo Andalucía a comienzos de la Edad Media.
Carne de gallina, arvejas, cebolla, tomate, zanahoria, además de granos de arroz y patatas, eran elementos habituales en la despensas campesinas, particularmente en verano, por lo que este plato tuvo una habitual presencia en la mesa de nuestros abuelos. Más tarde, trasladado al mundo urbano, sus ingredientes hasta el día de hoy suelen ser bastantes asequibles por lo que no ha perdido presencia pues se mantiene siendo una preparación sabrosa, nutritiva y de bajo coste.

Aunque su preparación no contiene una mayor complejidad, si queremos emplatar su versión más clásica deberemos trabajar en los cuatro fuegos de nuestra cocina: en uno preparando el guiso de ave, en otro el arroz, en el tercero las patatas fritas y en el último los huevos fritos o pochados.

- 2 Trutros enteros de pollo
- 1 taza de Mirepoix en base a cebolla, zanahoria y pimiento rojo
- 1 vaso de Vino blanco seco
- 1/2 litro Caldo de ave
- 12 taza Tomate triturado
- 1 1/2 taza de Arvejas frescas o congeladas
- Sal y Pimienta fresca a gusto
- 1/2 cdta de Comino
- 1/2 cdta de Ají Merkén
- Hojas de Laurel
- 1 taza de Arroz blanco
- 2 Patatas cortadas en cubos pequeños
- 2 Huevos
- Hojas de Cilantro fresco
- Vinagre
- Aceite para freir
En una cacerola untada en aceite sellamos los trutros de pollo hasta dorar, retiramos y reservamos. Sobre el mismo aceite sofreímos el mirepoix a fuego bajo hasta que la cebolla cambie de color, condimentamos con el comino y ají merkén, reincorporamos los trutros, salpimentamos a gusto, añadimos el vino blanco y una vez evaporemos su alcohol agregamos un par de hojas de laurel, el tomate triturado y el caldo de ave. Llevamos a hervor para luego pasar a fuego bajo y cocinar tapado por treinta minutos, destapando a diez minutos del final de la cocción para añadir las arvejas.
Mientras el guiso se cocina doramos el arroz en una sartén untada en aceite y luego le vertimos en una cacerola mediana con dos tazas de agua hirviendo, mezclamos, salamos a gusto y tras recuperar hervor cocinamos por quince minutos a fuego muy bajo, luego retiramos del fuego y conservamos tapado otros diez minutos.
Cerca del fin de la cocción freímos las patatas en aceite hasta que doren, retiramos, salamos y dejamos escurrir sobre papel absorbente.
Emplatamos en un plato hondo disponiendo una porción de arroz, sobre esta los trutros, bañamos con el caldo del guiso añadiendo un cucharón de arvejas, finalmente agregamos las papas fritas y los huevos pochados por dos minutos en agua hirviente con un chorro de vinagre. Complementamos con hojas de cilantro fresco y cortes de ají verde y servimos.
Maridaje

El pollo arvejado a pesar de su contundencia es un plato muy magro, por lo que no requiere en su maridaje de vinos particularmente tánicos o ácidos necesarios en recetas de alto contenido graso, por lo que un blanco fresco y ligero o un tinto de baja tanicidad son sus compañías ideales.
El Sauvignon Blanc, sobre todo aquel cultivado en el valle de Casablanca, resulta un complemento perfecto pues sus características notas herbáceas establecen un muy buen puente con los sabores del plato mientras la calidez de este es equilibrada con el frescor del vino.
EQ Coastal Sauvignon Blanc, nuestra elección para este maridaje, proviene del viñedo Valle Hermoso que Viña Matetic posee a solo 12 km del Pacifico en Casablanca y su fermentación fue hecha en estanques de acero inoxidable, cubas de concreto y barricas de roble con un reposo de cuatro meses junto a sus lías.
Este vino amarillo pajizo de traza dorada, muestra en su nariz rosas blancas, durazno blanco, lima, pasto, cebollín, pedernal y ají pimiento verde; con una boca fresca y ligera de alta acidez donde denomina el sabor cítrico, salino y mineral.

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