El Merlot ha sido un histórico talón de Aquiles de la enología nacional, cultivado en su gran mayoría en valles de clima cálido se expresa en vinos intensos, sobre maduros y ricos en fruta negra, muy al gusto del consumo masivo estadounidense que ha sido por años el principal destino de sus exportaciones, pero con poca cabida entre paladares más exigentes que buscaban el perfil francés de la cepa.

En la última década Casablanca, junto a otros terroirs de clima frío, se han convertido en un magnífica alternativa para producir un Merlot mucho más sutil y elegante, como le hemos podido notar con las etiquetas de Loma Larga, algún Terrunyo de edición limitada y sobre todo con Ritual Arroyo Block de la hispano-casablanquina Veramonte.
Cultivado sobre el lecho de un antiguo arroyo a los pies de la cara occidental de la Cordillera de la Costa sus vides son las que nos reciben al ingresar a la región de Valparaíso tras cruzar el túnel Zapata cuyo mosto es criado por 14 meses en fudres de roble de cinco mil litros.
Rubí de capa media y ribete que a los pocos años empieza a pintar ocre, su nariz nos muestra ciruela roja, cereza, crema de mora, pimienta, hojas de tomate e higos maduros, en tanto su boca es sutil y elegante, de cuerpo y acidez media, tanino sedoso, persistente sabor de frutas rojas y negras junto a herbáceos y especias en su final.
Vino de muy buen equilibrio, notas intensas, marcada persistencia y una complejidad en claras vías de desarrollo en el que sobre todo prima la fruta madura en su punto preciso al más puro estilo del margen derecho de la Gironda en Bordeaux.
Nota: 4,2 – Sin lugar a dudas uno de los mejores ejemplares de la variedad en Chile.
Versátil y gastronómico, su maridaje no se limita a cernes rojas asadas sino se extiende a pasta rellena, guisos de vegetales y pescados grasos. Dos excelentes opciones que destacan su cuerpo sedoso es beberlo en compañía de una rústicas Humitas o un refinado Fondue Neuchateloise.

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