Uno de los grandes mitos entre los wine lovers es aquello de que «el vino mejora con los años». Lo cierto es que algunos vinos mejoran con los años, un bajo porcentaje de ellos durante décadas, y una gran mayoría esta concebido para ser bebido inmediatamente después de su embotellado.

En líneas generales los mostos que privilegian la complejidad se volverán más complejos conforme pase el tiempo hasta alcanzar su mejor momento, y al contrario aquellos que se caracterizan por su frescor paulatinamente lo irán perdiendo por lo que es mejor beberlos tan jóvenes como sea posible.
Amayna Sauvignon Blanc de Viña Garcés Silva es uno de estos vinos que se caracteriza precisamente por su frescor, cuerpo ligero y marcada acidez que se perciben de mejor manera inmediatamente después de su embotellado.
Es importante hacer notar e insistir en que si bien no cuenta con condiciones para guarda esto no lo hace una etiqueta de menor calidad pues muy por el contrario es una apuesta perfecta para acompañar platos marinos sobre todo en verano.
Amarillo pajizo y traslúcido, en su nariz muestra durazno blanco, limón maduro, cebollín, espárrago, pasto recién cortado y bastante ají verde, mientras su boca es fresca, ligera, seca, de alta acidez, con final mineral y cítrico.
Vino de muy buen equilibrio en su frescor y acidez que en ningún momento se muestra disparada y con la suficiente presencia frutal para no parecer una mera limonada alcohólica; persistencia media marcada por sus cítricos, notas intensas y la complejidad característica de los blancos de clima frío cultivados en la costa de Chile.
Nota: 3,9 – Muy buena opción cuando lo que se privilegia es frescor.
Excelente opción para acompañar sobre todo platos marinos, equiparándose a aquellos muy frescos, como el caso del Ceviche, o equilibrando a otros de perfil más cálido, como la Paila Marina, o de marcado picor como puede ser un exquisito Pescado a lo Macho.

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