La mayoría de los grandes referentes vitivinícolas a nivel mundial son bodegas de origen familiar que se sustentan en un legado transmitido, en algunos casos durante siglos, de padres a hijos. Lo anterior sin duda conlleva en tremendo desafío para las nuevas generaciones al obligarse a mantener centenarias tradiciones pero sin renunciar a imprimir un sellos actual a sus vinos.

Chateau Lafleur es uno de los principales productores de la AOP Pomerol en el margen derecho del río Garona en Bordeaux. Fundada en el siglo XIX por Henri Greloud, a contar de 1984 es dirigida por su tataranieto Jacques Guinaudeau.
En 2002 Baptiste Guineaudeau, hijo de Jacques y sexta generación de viñateros en la familia, decidió no limitarse a esperar su turno a cargo de la bodega sino que optó por llevar a cabo su propia propuesta alejándose del más clásico estilo bordelés, caracterizado por cosechas sobre maduras y largas maceraciones, dando vida a Chateau Grand Village.
Este vino, bajo la marca Guineaudeau Vignerons, se basa en un tradicional ensamblaje 75% Merlot y 25% Cabernet Franc cultivadas sobre los suelos de piedra caliza de Mouillac, fuera de las fronteras del Pomerol, y con crianza de 15 meses en barricas 33% nuevas, envejecimiento bastante moderado para el estándar habitual de los vinos de Bordeaux.
Vino rubí profundo, traza ocre y ribete claro cuya nariz nos entrega ciruela, mora, cuero, violeta y cassis. En tanto su boca es intensa y estructurada, de acidez viva, tanino maderoso en sus primeros años, sabor a ciruela y licorice en su final.
Sin duda su equilibrio aún se encuentra en evolución, algo que en general los bordeleses cerca de la década. Persistencia media, notas intensas y una complejidad propia de los vinos de entrada.
Nota: 3,3 – Vino correcto que debería mejorar con la estiba. buen punto de entrada a los vinos de Bordeaux.
Ejemplar perfecto para acompañar pastas, quesos, guisos y sobre todo carnes grilladas cubiertas como un Entrecót con Salsa Bordelesa.

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