El Merlot no tuvo un fácil comienzo de nuevo milenio en Chile. Desde el redescubrimiento del Carmenere, con el consiguiente reordenamiento de los viñedos, la «nueva estrella» cogió los mejores suelos y laderas y mas de alguna bodega optó por eliminar de sus etiquetas a esta cepa bordelesa madre de las famosas AOCs Saint-Emilion y Pomerol.

En este contexto Viña Santa Ema ha sido quizás el único productor que ha mantenido e incluso potenciado el estatus del Merlot entre sus vinos hasta convertirlo en su cepa emblemática tal como ocurre con sus cortes Amplus Mountain Vineyards y sobe todo Santa Ema Gran Reserva.
Santa Ema se emplaza en el corazón de Isla de Maipo y sus plantaciones de Merlot se encuentran muy cercanas a la ribera del río Maipo, sobre lo que antiguamente fuera un brazo del afluente y que redunda en suelos de gravas de excelente drenaje que controlan casi en forma natural la concentración y rendimiento de las uvas.
La cosecha del Santa Ema Gran Reserva suele ser relativamente temprana para conservar acidez y mantener su graduación alcohólica en 13,5º, por lo que no es extraño encontrar algún dejo de verdor en el mosto que se fortalece, y vaya que lo hace, con una crianza de 8 a 10 meses en barricas de roble francés que imprimen el sello de la bodega.
Rubi de capa profunda, traza violácea y lágrima media. En nariz expresa grosella negra, mora, ciruela, vainilla, mokka, caramelo, café tostado y como ya mencionamos no es extraño encontrar algo de pirazina en forma de suave pimiento verde.
Intenso y terroso en boca, acidez media, tanino sedoso de gusto dulce, sabores a fruta negra con café expreso, licor de hierbas y especias en su final medio.
Su cuerpo sedoso lo hace perfecto compañero de pastas y cremas en base a maiz y champiñones; por su acidez y amables taninos destaca mucho mejor con carnes algo más magras como lomo de cerdo o ave asada.
Nota: 3,5 – Vino correcto
Mi recomendación es servirlo junto a un Lomo Saltado hecho en base a filete o posta paleta.

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