Crema de Zanahorias, Naranja y Jengibre – Cálida y fresca a la vez

La zanahoria, al igual que el resto de las raíces comestibles, fue uno de los primeros alimentos consumidos por el ser humano. Su cultivo agrícola suma más de tres mil años pero su característico color naranja, aunque cueste creerlo, solo tiene unos cuantos siglos de historia.

La domesticación y cultivo de la zanahoria se inicia en el actual territorio de Afganistán hacia el mil AC, de donde se extiende a Oriente Medio. Los árabes expanden su consumo por el norte de África y lo introducen en España desde donde se extiende por toda Europa.

Hasta fines del medievo la zanahoria era en su mayoría de piel color púrpura y centro amarillo, aunque también era posible encontrar variedades rojizas, verdosas y amarillentas. El problema es que al momento de la cocción el intenso tono violáceo se blanqueaba por completo y sus pigmentos diluidos teñían los demás ingredientes haciendo su uso muy poco atractivo para la gastronomía, por lo que un grupo de agricultores holandeses, principales productores de zanahorias en Europa a comienzos de siglo XVI, se dieron a la tarea de, por la vía de injertos, desarrollar un bulbo que no se descolórala al cocinarlo.

En sus numerosos ensayos notaron que aquellas variedades que mostraban un leve tono anaranjado resultaban más resistentes a la decoloración. Además en aquellos años los Paises Bajos luchaban por independizarse del trono español, rebelión que era liderada por Guillermo, duque de Orange, lo que llevo a estos visionarios agricultores a seguir intensificando el tono naranja de la zanahoria logrando de esta forma que esta conservara su colorido durante la cocción y a la vez hacer honor a su héroe nacional.

La zanahoria holandesa se transformó en un éxito culinario y sólo un par de siglos sus semillas fueron prácticamente las únicas en ser usadas a nivel mundial por lo que hoy en día el naranja nos parezca su color natural y el púrpura una rareza gourmet.

Estos improvisados genetistas, seguro si saberlo, a través de sus injertos aumentaron la concentración de beta caroteno dentro del bulbo hasta que este adquirió su actual color (caroteno proviene de carota o zanahoria en latín).

Antes de pasar a la receta de nuestra crema de zanahorias, naranjas y jengibre, comentaremos otra curiosidad respecto al bulbo anaranjado:

Para la Segunda Guerra Mundial la fuerza aérea británica había logrado implementar radares en sus aviones caza, lo que les permitía ser particularmente efectivos derribando bombarderos alemanes durante los combates nocturnos. Para mantener el secreto militar los británicos echaron a correr el rumor de que sus pilotos se alimentaban casi en exclusiva de zanahorias, dieta que les permitía desarrollar una muy superior agudeza visual durante la noche y aunque no hay certeza de que la Luftwaffe se haya creído la historia, lo que si es un hecho es que los supuestos beneficios para la visión provocados por el consumo de la zanahoria se instalaron como una firme creencia popular.

Salvo que suframos una marcada deficiencia de vitamina A, las zanahorias no tendrán ningún efecto sobre nuestra visión, pero sus beta carotenos si resultarán muy beneficiosos para nuestra piel y cabello. Dicho esto, vamos a la receta.

  • 6 Zanahorias medianas peladas y trozadas
  • 1/2 Cebolla troceada
  • 2 Diente de Ajo picados
  • 1/4 taza de Apio picado
  • 1 cda Jengibre fresco rallado
  • 1 1/2 taza Caldo de vegetales
  • 4 Naranjas maduras
  • 1/2 taza de Crema
  • 50 grs Mantequilla
  • 2 cdas Queso Ricotta
  • Hojas de Albahaca fresca
  • Sal y Pimienta fresca a gusto

En una cacerola fundimos la mantequilla y sofreímos en ella la cebolla, ajo y apio, condimentamos con sal y pimienta a gusto, añadimos las zanahorias trozadas, el jengibre rallado y el jugo de las naranjas, reservando sus cáscaras. Cocinamos a fuego suave hasta que las zanahorias estén tiernas, luego pasamos a licuadora hasta reducir a una crema homogénea. Devolvemos a la cacerola, corregimos la sal, añadimos la crema hasta alcanzar la consistencia deseada, cocinamos hasta que recupere temperatura pero sin hervir y servimos acompañado de una cucharada de ricotta, hojas de albahaca y ralladura de piel de naranja.

Maridaje

Outer Limits Zapallar Pinot Noir, Aconcagua Costa, Montes

Las cremas de vegetales en general se acompañan bien de vinos blancos, en especial Sauvignon Blanc, o rosados. Sin embargo aquellas con alguna presencia de dulzor, como las hecha en base a zapallo o zanahoria, también nos abren la opción de maridarlos con tintos ligeros de baja tanicidad como el Cinsault y sobre todo Pinot Noir.

La característica sutileza del Pinot Noir complementa a la perfección la suave textura de la crema a la vez que su cuerpo ligero equilibra el peso en boca y la presencia de sus frutos rojos establece un puente de sabor con el dulzor de la zanahoria, acidez de la naranja y frescor del jengibre.

En nuestro caso hemos optado por Outer Limits Zapallar Coast Pinot Noir del valle de Aconcagua producido por la afamada viña Montes.

Este vino proviene de la zona más costera del valle de Aconcagua, a tan sólo 7 kms del Océano Pacífico mostrándose de tono rubi y amplio borde claro, con una nariz rica en berries silvestres como fresa, frambuesa y rosa mosqueta, además de notas de cuero, almíbar, dulce de leche, zeste de naranja y algo de violeta.

En su boca su perfil es marcadamente ligero, igualando el paso en paladar de la crema, acidez media alta y muy baja tanicidad, que lo hacen ideal para alimentos no grasos, con un final marcada por jugo de granada, suave licor de guindas y cálido dulzor en su retrogusto al igual que la sensación provocada por la mezcla de las zanahorias, naranjas y jengibres.

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