El Tempranillo es sin duda la variedad estrella de los vinos hispanos, principal componente de sus DOs más reconocidas a nivel mundial como Ribera del Duero, Toro y Rioja, además de estar muy presente en los mostos de Castilla, La Mancha, el Alto Ebro y Catalunya.

El cálido clima hispano incide en que la variedad se exprese en tintos de fruta muy concentrada, cuerpo grueso y relativa baja acidez, por lo que habitualmente sus mezclas consideran el uso Garnacha, para aligerar cuerpo, o Mazuelo, para elevar su acidez. En este sentido los tempranillos catalanes, gracias a la influencia de las brisas mediterráneas, resultan interesantes de conocer por su equilibrio y frescor a pesar de su condición de mono varietal.
Sangre de Toro es a la hispana Familia Torres lo que Casillero del Diablo es a la chilena Concha y Toro, una etiqueta de masiva presencia que actúa como punta de precio y carta de presentación de las variedades de la bodega.
Vino de profundo tono rubí que en su nariz nos muestra cereza y berries rojos, lavanda, romero y algo de té negro.
Su boca es intensa pero de buena fluidez, acidez media, tanino firme y limpio con dejo de hierbas; final de marcada astringencia con presencia del referido té negro.
Un vino intenso, de relativo buen equilibrio, persistencia media y que muestra la complejidad básica de la cepa.
Nota: 3,3 – Vino correcto y que sirve como buena aproximación a su cepa y origen.
El Tempranillo es un vino hecho a la medida de la carne de cordero pero también puede acompañar muy bien clásicos platos hispanos de casquería o tabla de quesos y charcutería. Nuestra recomendación es servirlo para maridar unos Pinchos Morunos, una verdadera institución de las tapas catalanas, acompañados de cous cous y salsa de menta.

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