«…Cocinar es hoy un gesto de rebeldía. Rebeldía contra las horas esclavizadas al streaming, rebeldía contra la vista puesta solo en el smartphone, rebeldía contra la cultura del delivery … y sobre todo rebeldía contra el individualismo…»
Conocí a Bernarda a principios del 2015, no tardamos en enamorarnos y tomar la decisión de compartir nuestras vida.
Al distribuir las tareas cotidianas intrínsecas a una vida de a dos, sin darme cuenta como ni cuando, la cocina terminó siendo mi feudo. Y aunque los años de soltería y las jornadas de trabajo habían vuelto mi dieta dependiente de los restaurantes al paso y las visitas de fin de semana a la casa materna, decidí asumir con hidalguía el desafío.
Así que aprendí a cocinar por amor y amé aprender a cocinar.
Pero cocinar es hoy también un gesto de rebeldía. Rebeldía contra las horas esclavizadas al streaming, rebeldía contra la vista puesta solo en el smartphone, rebeldía contra la cultura del delivery donde lo importante no es con que nos alimentamos sino que plato llega más rápido a la puerta, y sobre todo rebeldía contra el individualismo. Porque toda buena receta comienza con un viaje al mercado eligiendo ingredientes, percibiendo aromas, diferenciando colores, palpando texturas, probando sabores, escuchando y dialogando con los dependientes; continúa con la preparación, donde todo el mundo se detiene por algunos minutos y lo único que importa es lo que ocurre dentro de esa cacerola, y finaliza cuando compartimos nuestros sabores y saberes con quienes amamos.
Ese aprendizaje, rebeldía y sobre todo amor es el que quiero compartir en este sitio…
